10/3/08

ENTRE SAL Y (B)RISAS


Cuando supe que tenía que escribir un texto acerca del mar, lo primero que pensé fue que sería algo sencillo, porque yo crecí viendo el mar de cerca, oliéndolo, mirándolo, odiándolo a veces... hasta los 21 años, edad en la que partí al centro del país en busca de novedades y estudios. Pero ya de entrada, me fue difícil escribir acerca de él, había mucho qué decir, pero de tanto creo que no hallé una sola forma. El mar me representa espíritu, miedo, pero también diversión. Por eso me gusta la idea de los chistes, el toque indicado para quitarle ese tono serio a un recurso natural ya tan trilladamente usado por escritores y poetas (y todo muy respetable). Tal vez de ésta forma me facilito su lectura, creo yo.

Pero empecemos de una buena vez, con estas preguntas acerca de ciertos mares desconocidos e insólitos...

¿Cuál es el mar más largo del mundo?
R= El Mar Atón.

¿ Y cuál es el mar que es de otro mundo?
R= El Mar Ciano.

¿Cuál es el mar que te ayuda a seguir vivo?
R= El Mar Capasos.

¿Cuál es el mar más contaminado?
R= El Mar Rano.

¿Cuál es el mar más útil de todos?
R=El Mar Tillo.

¿Y el mar más inútil?
R= El Mar Ido.

¿Cuál es el mar más sufrido de todos?
R= El Mar Tir.

¿Cuál es el mar más musical?
R= El Mar Aquero.

Aguas Internacionales

¿Cuál es el mar más mexicano?
R= El Mar Iachi.

¿Y el mar más francés?
R= El Mar Sellesa.

¿Y cuál es el mar más griego?
R= El Mar Homero.

¿Cómo se dice mar en japonés?
R= Akita Ondo

Pero ya dejando atrás un poco los malos chistes, si he de decir algo del mar, es que es Mar Avilloso. Vivir en una ciudad en la que a lo lejos se pueden ver los horizontes perdidos entre el agua y el cielo, es una bendición para quien lo sabe valorar. Por las noches, los barquitos con luces, el sonido de las olas, y la espuma que se forma en las rocas, te obligan a voltear.

Y ya no importan las luces del semáforo, ni los otros autos, o si falta mucho por caminar para llegar...

Recuerdo que el olor a sal era un aviso de que estaba en casa, y cómo lo extrañé por las tardes, por las noches en las que todo era ya tan seco y polvoriento a 8 horas de aquel mar.

Nunca fui asidua a bañarme en el mar, mucho menos a nadar o a adentrarme en sus aguas. Siempre pensaba en la cantidad de fauna acuática que había ahí, y no podía disfrutarlo demasiado, sobre todo si aún caminando por la playa encontraba restos de malaguas (medusas). Cada vez fui encontrando menos conchitas por recoger en la arena, cosa que me dio mucha tristeza ya que cuando era niña recorría la playa con mi hermana y llenábamos botecitos vacíos con caracoles y conchas, y piedras transparentes o de colores. Cuando ya no hubo mucho que recoger dejamos de hacerlo. También dejamos de ir a la playa.

Nunca me han gustado los mariscos, así que por ese lado no extrañé nada. Mi relación con el mar, no fue ni cercana ni lejana, pero sí inolvidable. Aún me gusta escucharlo, y lo veo de vez en cuando, y está en cada uno de mis recuerdos como ese fondo azul y ese aire salado, y sobre todo, esa brisa en el cuerpo.

XIGNA

3 comentarios:

Alberto Espejel Sánchez dijo...

tu post debería de llamarse "DÍPTICO" ya que son 2 partes de una misma experiencia, claro que al llamarse díptico habría un aviso previo a la lectura de que éste texto son dos textos, con lo cual se rompería éste efecto tan curioso de risa y suspiro que provoca tu estilo

no se puede decir qué gusta más, si los chistes o el recuerdo de tu experiencia con le mar de acapulco, por eso es buen texto, por eso eran poéticas las conchitas

AnaR dijo...

Opino como Alberto y tampoco se cual de las dos partes del texto me agrada más, ya que lo que más valor merece es ese contexto que le das de confidencia...y es que en todos los paisajes íntimos llevamos un trozo de mar en la memoria.

Un gusto, sinceramente , compartír el espacio y las palabras.

Mis saludos

Cara Carmina dijo...

Malisimos los chistes... ejem.. pero me gusta la reflexion... siempre que me paro de frente al mar me pregunto taaaantas cosas!!!

saludos al ciruculo entero!