Más o menos así es mi relación con la música, y por lo tanto, con
The Beatles. La primera canción que me llegó, que me movió, fue
Here, there and everywhere, tendría yo unos trece o catorce años cuando no se donde ni cómo la escuché, lo que sí recuerdo es que ese hecho me llevó a acercarme a los
Beatles, no es que no los conociera, entre los LPs que mi padre tenía recuerdo muy bien la portada del
Rubber Soul con las semblantes de los cuatro de Liverpool distorsionadas por el lente, recuerdo también como en la secundaria nos hicieron trabajar en
Yellow Submarine en la clase de música, sin embargo fue
Here, there and everywhere la que me llevó a la tienda de discos a hacerme con el LP de
Revolver, recuerdo el impacto que me causó el arte del disco en blanco y negro, ahí comenzó mi romance con el
Revolver que fue mi banda sonora por algunos meses, abrí el celofán, saqué el disco con mucho cuidado y lo coloqué en el tocadiscos, el disco giraba a 45 RPM y mis oídos se regocijaban mientras la aguja se deslizaba en espiral por el acetato descubriéndome el que ha sido considerado uno de los mejores discos de rock de la historia.
To lead a better life I need my love to be here... cantaba en aquella época mientras pensaba seguramente en el chico que me robaba la atención y el aliento por igual. A través de
Revolver descubrí una de mis canciones favoritas de todos los tiempos:
For no one, el solo de corno, tan expresivo y dulce, me conmovía cada vez que lo escuchaba, ahora sé, gracias a Wikipedia, que fue Alan Civil quién tocó la parte del corno francés en esa canción, Alan Civil era en aquel tiempo el mejor ejecutor de ese instrumento en Londres.
Your day breaks, your mind aches… No sign of love behind the tears cried for no one, a love that should have lasted years llegué a cantar también cuando en plena adolescencia me sentía comprendida por los
Beatles en
For no one, sí, las decepciones y confusiones sentimentales estaban a la orden del día.
Mi adolescencia continuaba, y en ese espinoso territorio de mi vida me topé de repente con el
Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, fue por el mismo tiempo en el que descubrí el
Nevermind de Nirvana, y en el que por las noches gustaba de escuchar el Concierto para piano en La menor de Edvard Grieg en mi walkman. Debo decir que del
Sgt. Pepper's… detesté el arte del disco, de haberme dejado guiar por éste creo que nunca lo habría escuchado, afortunadamente no conocí la portada hasta después de haber oído el disco, ahí aprendí a no juzgar a algo por su portada con todo lo que la metáfora implica. Escuchando
Lucy in the sky with diamonds me transformaba en
the girl with the sun in her eyes justo cuando el compás cambiaba de 3/4 a 4/4 en el estribillo, con
A day in the life pensaba en alguien mientras cantaba
I'd love to turn you on dejando volar mi mente mientras el cacofónico crescendo orquestal la seducía a través de mis oídos.
Pasaron los años y ya en la universidad asistí al Teatro Juárez a ver a Magos Herrera cantar a los
Beatles en compañía de un grupo de jazz sanmiguelense, ahí descubrí
Blackbird, y fue mi canción fetiche por unas semanas,
Take these broken wings and learn to fly, all your life, you were only waiting for this moment to arise, escuchar
Blackbird fue toda una experiencia, parecía que me la estaban dedicando a mí, yo era
Blackbird, y lo que se me decía en aquellas letras era lo que yo en ese momento necesitaba escuchar, esa velada con Magos y la música de los
Beatles en el Juárez fue muy especial, de repente y ya para el final del concierto toda la audiencia nos unimos con Magos y cantamos con ella, dejamos atrás la formalidad y fue gratificante. Después de esa velada llegué al
Álbum Blanco y descubrí letras y música maravillosas, algunas de ellas con su propia historia como
Happiness is a warm gun:
And I feel my finger on your trigger, I know no one can do me no harm because happiness is a warm gun, así podría seguir y decir que mi canción al momento es
Real Love me gusta escucharla una y otra vez en especial la parte donde se dice:
Thought I'd been in love before, but in my heart I wanted more, seems like all I really was doing was waiting for you. Don't need to be alone, no need to be alone. It's real love. Yes it's real, yes it's real love, It's real, yes it's real love..., o decir que cada vez que estoy triste y quiero reanimarme me pongo
Here comes the sun del
Abbey Road en el Ipod, una canción que curiosamente me remite a mi ciudad natal: Guanajuato.
Regreso al inicio de mi narración, comienzo a leerla y una sonrisa asoma en mi rostro, yo y no sólo la música sino el arte, tenemos una relación muy especial, yo no sería lo que soy ahora de no haberme rodeado de éste desde muy pequeña, de no haberme involucrado con él, de no haberlo buscado a cada instante, de no haberme dejado seducir por él, de no haberlo cuestionado y de no haberme dejado cuestionar por él. Continúo releyéndome y creo, sin temor a equivocarme, que mi historia con
The Beatles aún no ha terminado.
En el transcurso de mi vida siempre he buscado una definición a lo que siento, me impulsa la necesidad de encontrar una respuesta a lo que me inquieta, a veces doy con ella de inmediato, otras me tardo un poco más, al escribir esto me he dado cuenta que muchas de las veces han sido los
Beatles los que me han ayudado a definir mi sentir, me han servido de catalizador para encontrar respuestas, y a veces incluso, me han brindado sabios consejos, sí, la historia de mi vida no sería la que tengo ahora de no haberme topado en el camino con los cuatro de Liverpool.
JZ